Sobre la educación y el adoctrinamiento

24 enero 2018

Estos días la sociedad ha estado dando vueltas al tema de si en algunos lugares las escuelas adoctrinan o no y creo que es necesario hacer una reflexión sobre el tema…

El otro día, sin ir más lejos, un conocido me paró por la calle.

-Oye, tú que estás en el mundo de la educación… ¿crees que se adoctrina?

Me paré un rato para contestar con calma… Comprendo lo que se entiende por adoctrinar, lo que la gente escucha al respecto, lo que tenemos dentro cuando oímos cosas como estas. Ante esa amalgama de sentimientos, razones, sinrazones y todo lo que se quiera, mi respuesta no fue la correcta. Tal vez por eso escribo ahora esto.

-No, claro que no se adoctrina.

Eso es lo que dije. Esto que ahora escribo, tal vez, es lo que tenía que haber dicho.

-Claro, ¿cuál es el problema?

No sé qué piensan la mayoría de los padres cuando envían a sus hijos al colegio… Pero algunos intentan elegir un centro que les dé aquello que esperan. Y creo que nadie es tan iluso como para negar la evidencia de diferencias entre centros. Pero aún hay más… Me pregunto, ¿es posible una educación neutral?

En primer lugar tendría que decir que no sé qué es eso de la educación neutral. Tal vez se refiera a la instrucción. Pero incluso en esta hay ya elementos imposibles. El maestro se ha de posicionar ante la realidad.

Por eso, tal vez, conviene volver a la respuesta que debí dar.

-Claro, es imposible no adoctrinar.

Ahora bien, conviene tener claro qué es adoctrinar.

Según la Real Academia de la Lengua, adoctrinar es inculcar a alguien determinadas ideas o creencias. Hasta ahí no nos dice mucho. Por eso, continuamos: ideas es definido como el primero y más obvio de los actos del entendimiento, que se limita al simple conocimiento de algo; creencias, como el firme asentimiento y conformidad con algo.

Pues claro… Cada día me levanto con la ilusión de ir a la escuela para construir un mundo mejor. Eso supone una serie de creencias. Creer que es posible, creer en mis alumnos y esperar que sean mejores que yo. Y eso supone inculcar ideas y preguntas que nos ayuden a caminar hacia ese mundo mejor.

Es una alegría ver a compañeros más jóvenes que tienen tan interiorizado el tema de la importancia de la ecología o del género, por poner un ejemplo. Son motivo de ilusión y esperanza.

Ese mundo mejor no nace solo. Hay que ayudarle. Y la escuela está para que sea posible. Un mundo mejor para todos.

Pero lo de adoctrinar suena mal… Sin embargo, tal como indicó el papa Francisco, el problema tal vez esté en el proselitismo. Volvemos al diccionario.

Proselitismo: celo de ganar prosélitos. No nos dice mucho. Sigamos. Prosélito: partidario que se gana para una facción, parcialidad o doctrina.

Eso sí que puede generar un problema. ¿Por qué no se habla del proselitismo cuando se dice adoctrinar?

No quiero ganar a mis alumnos para una parcialidad; sí para una universalidad. De aquí que hay dos puntos que me preocupan aún más: política y economía.

Generalmente cuando escuchamos eso de adoctrinar pensamos en estos dos aspectos, sobre todo en el primero. Pero si la escuela no educa en política, ¿quién lo hará? ¿A quién le dejamos esta labor tan fundamental?

Recordemos que política, como bien nos recuerda Francesco Gesualdi, “viene de polis-ciudad y significa gobernar la comunidad: administrar juntos el poder para encontrar soluciones comunes a los problemas comunes.” Claro, porque tal como escribieron los alumnos de Lorenzo Milani en Barbiana, “he aprendido que el problema de los demás es igual al mío. Salir de él todos juntos es la política. Salir solo, la avaricia”.

Algo tan importante no puede estar ajeno al mundo de la escuela. Porque negarlo es alinearse ya con el reino de la avaricia. La política se piensa y se vive. Según cómo vivamos en la escuela, según cómo transmitamos las ideas y creencias, vamos haciendo política. Pero ¡alerta!, la clave está en el todos, en los demás. No en mi entorno, mi burbuja, mis amigos. Sí en el mundo, en la realidad más real de sufrimiento e injusticias que tenemos que conocer, abordar y pensar cómo cambiar para hacer un mundo mejor.

Sigamos con la economía. Aquí la definición de la misma vuelve a ser clave. Economía (RAE): ciencia que estudia los métodos más eficaces para satisfacer las necesidades humanas materiales, mediante el empleo de bienes escasos. Contención o adecuada distribución de recursos materiales o expresivos.

“Nuestro gran desafío actual es reorganizar la economía para garantizar a todos un trabajo y una vida digna, sin aumentar ni el consumo ni la producción” nos recuerda de nuevo Gesualdi. Economía es saber que en el mundo hay unos recursos limitados y que tenemos que distribuirlos de manera que todo el mundo pueda acceder a ellos y cubrir sus necesidades básicas. Si hablamos de economía como beneficio y ganancia para unos pocos, estamos generando egoísmo, no un buen estudio ni análisis de la economía. Mientras una persona muera de hambre en el mundo, mientras alguien no disponga de agua potable, de acceso a médico y escuela, nuestra economía suspende. Y eso hay que abordarlo en la escuela. Y no podemos obviarlo ni esconderlo. De otra manera nunca podremos construir un mundo mejor.

Termino con dos frases de dos grandes educadores.

“El maestro debe ser profeta, en lo posible, escrutar los signos de los tiempos, adivinar en los ojos de los muchachos las cosas bellas que ellos verán claras mañana y que nosotros sólo vemos confusamente” (L. Milani).

“Educar consiste en aceptar el desafío y transformar el medio y la circunstancia” (J.L. Corzo).
 
 

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