"Durante este mes de agosto, en concreto del 9 al 15, he podido participar de la experiencia de Tiempo Interior organizada desde del MJS España, bajo el nombre “Deja hablar al Silencio”, en el Monasterio de Soto Iruz, en Cantabria.
Visto desde de la distancia de los días que han pasado, me doy cuenta de la gran experiencia que ha supuesto dejar hablar al silencio. Todos los participantes llegábamos con una misma sensación: un año frenético casi “sin tiempo” para nosotros, ni para el diálogo con Dios, para la oración. Y eso a mí ya me hizo ver que esta propuesta de tiempo interior es muy necesaria para los jóvenes de hoy. Vivir con la sensación de realizar un sinfín de actividades, pensando con y para otros jóvenes, creando y llevando a cabo diferentes proyectos, y pudiendo caer en el error de hacer por hacer, sin ningún fundamento, sin saber si Dios nos lo está pidiendo.
Así empezaban estos ejercicios, pudiendo hacer un repaso en cómo había sido mi curso, pensando en todas las actividades realizadas, todas las personas con las que me había encontrado, con las que había compartido mi camino.
Entonces, gracias a las indicaciones y ponencias de Abel, las oraciones de la mañana de Pep y las buenas noches de MariMar, pude ir introduciéndome en el arte de la oración. Haciendo un análisis de lo que hacía, de lo que supone la oración, siendo consciente de aquello que necesitaba mejorar en mi diálogo con Dios, proponiéndome unas metas que están presente en mi proyecto de vida de cara a este curso que iniciamos.
Todo ello bajo un clima de fraternidad con el grupo, con momentos de silencio y de compartir, que me ayudaban a ir esclareciendo algunas ideas y sensaciones que se me aparecían.
Han sido días de dar gracias por el curso, haciéndome consciente de todas aquellas pequeñas cosas que Dios me había regalado, y de las cuales no me había dado cuenta en su momento. En concreto, destaco el día en el que subimos a Monte Castillo, donde pude analizar mis limitaciones, acompañado por Jesús en el camino, que me hizo ver todo aquello de lo que podía ser capaz, y en el que pude agradecer todo lo vivido con la celebración de la eucaristía en ese paraje tan espectacular.
Por lo tanto, han sido unos días de desconectar para volver a conectar, unos días que me han ayudado a establecer en mi día a día un momento de oración, y que de momento me están ayudando a que cada cosa, cada momento ocupe su lugar, haciéndome consciente de la grandeza de Dios en lo cotidiano. Una experiencia para jóvenes adultos muy recomendable."