Manuel Olid trabaja en la ongd VOLS-Voluntariat Solidari y también coordina y dinamiza las convivencias cristianas en el Casal Don Bosco en Martí-Codolar. Desde el voluntariado lleva la dirección del Centro Juvenil de la Parroquia Sant Joan Bosco de Meridiana, es animador de grupos de fe de jóvenes universitarios y está implicado al máximo en la Moguda Juvenil Salesiana. Por si fuera poco, estudia el Bachillerato en Ciencias Religiosas y se encuentra en el proceso formativo para ser cooperador salesiano.
¿Cómo un chico de Úbeda acaba en Barcelona?
Un poco por carambola. Una vez finalizada mi etapa en el colegio salesiano de Úbeda, siempre muy metido en la pastoral, fui a Córdoba a estudiar Traducción e Interpretación, donde me vinculé con los salesianos. El cuarto año de universidad me ofrecieron una beca Séneca y realicé el último curso en Alicante, sin dejar de colaborar con los Salesianos, concretamente en la parroquia María Auxiliadora del Centro Juvenil Tucumán 7. Ese año finalicé la licenciatura y quería estudiar un máster. Tenía previsto hacerlo en Londres. Conseguí una beca, pero finalmente recortaron el presupuesto y quedé fuera. Entonces las opciones eran Madrid y Barcelona, y me decanté por la ciudad condal, y aquí sigo.
Y una vez aquí…
Llegué y me dije, ¡este año no, voy a dedicarme solamente al máster!. Pero se me removieron cosas y me sinceré conmigo mismo: ¡esto no lo puedo dejar, para mí es importante, no puedo desvincularme!. En ese momento mis padres me estaban pagando los estudios y me propuse encontrar trabajo y luego empezar con el voluntariado. Y así fue.
Me presenté un día en la Parroquia Sant Joan Bosco de la Meridiana y al final de la misa me acerqué a los salesianos. Y ya todo fue muy rápido y a partir de entonces una rueda que no se ha detenido.
¿Hay un punto de inflexión en tu compromiso con la misión salesiana?
Dos momentos en la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) de Madrid 2011 me marcaron especialmente. Por una parte, en el marco de la JMJ nos reunimos un día en Salesianos Atocha todos los jóvenes del Movimiento Juvenil Salesiano (MJS) de todo el mundo, y experimentar el silencio sepulcral de nueve mil jóvenes rezando juntos -todavía se me ponen los pelos de punta al recordarlo-, con el mismo estilo y carisma fue una maravilla. Por otra parte, en la última noche de la JMJ, tuvimos varios momentos de oración. Estaba con mis amigos de Andalucía y de Alicante y me dije: si estoy en el mismo sitio con gente de diferentes partes y me siento cómodo, ¿qué es lo que me une a ellos? Y la respuesta fue clara: el carisma salesiano. Dios me ha puesto esta oportunidad en mi vida para que yo pueda llevarla adelante. Y sentí que no entendía esta vida si no era en clave salesiana.
Más tarde, el verano de 2014 hubo otras dos experiencias que consolidaron mi vocación. El “Campament Joves”, participando como animador me sirvió mucho para poder reflexionar sobre mi proyecto de vida. Y ese mismo año, en el “Campo Bosco 2014” en Turín, dinamizando un grupo sentí que quería hacer esto para toda mi vida. Pensé que la opción de ser salesiano cooperador era el camino, y ahora estoy en ese proceso.
¿Quién es para ti Don Bosco?
Un referente. Me marca conocer su figura, su manera de actuar, como trataba a los jóvenes, etc. Me interpela. Destacaría la serenidad y la alegría profunda en su vida. A pesar de los muchos problemas que tuvo siempre transmitió serenidad a sus chicos del Oratorio. Era su casa, no iban a tener problema alguno y además serían felices. No una alegría superficial, sino profunda. Y eso le venía de su confianza en Dios. Si me paro, reflexiono y rezo me doy cuenta que Dios actúa también en mi vida.
¿Cómo materializas tu vocación salesiana en tu día a día?
La opción preferencial por los jóvenes es fundamental. Esté donde esté siempre me planteo que es lo que quieren o necesitan los jóvenes, o qué me pide Dios para ellos. Intento que todo el mundo se sienta en casa, fomentar el espíritu de acogida, que las personas se sientan cómodas, sean capaces de hablar y de expresarse en confianza.
¿Qué significa evangelizar a los jóvenes y cómo debe hacerse desde el carisma salesiano?
El binomio de Don Bosco de educar-evangelizando y evangelizar-educando es clave. Mostrar solamente la buena noticia de Jesús a los jóvenes no sirve de nada, no cala, se necesita un proceso educativo en la fe, en el que ayudas y acompañas a los jóvenes para que puedan vivir su vida en esa clave. Que puedan descubrir a Dios, tener experiencias y trabajar todos estos temas con más profundidad. Por mi experiencia con los más de mil chavales que pasan al año por las convivencias en el Casal Don Bosco creo que todos los jóvenes tienen inquietudes trascendentes, y si nosotros no les damos respuesta la buscarán en otros lados. Les podemos ofrecer experiencias de fe, ¿si no para qué que sirve ser una institución religiosa?
¿Qué reticencias ves en los jóvenes?
Depende del lugar. En mi experiencia en Barcelona te diría que la dificultad, pero que al mismo tiempo es una oportunidad, es el desconocimiento. Actualmente los jóvenes no conocen todo este tema, nadie les habla ni comenta nada sobre Jesús, sobre la creencia en Dios, etc. Ellos tienen la información a la que acceden en Internet pero es un tema tabú. Y en el momento que alguien saca el tema no están cerrados, sino más bien abiertos, pero parten de un nivel muy básico.
¿Cómo ven los jóvenes la iglesia?
Los jóvenes sienten a la Iglesia universal muy lejana y creen en las personas. Por ejemplo creen en el Papa Francisco, que ha propiciado un cambio importante de rumbo en el Vaticano, pero no creen en las estructuras y las jerarquías que lo rodean. Sin embargo, si la comunidad cristiana es cercana, de base, el joven apostará por la Iglesia. Pero es cierto que a nuestros chavales les cuesta creer mucho en todo esto. Y corremos también el peligro de que hagan la religión a su manera, y hay que tener cuidado porque la fe cristiana es una y tenemos que ser capaces de educar.
¿Crees que en breve veremos mujeres sacerdotes? ¿Cómo valoras el papel de la mujer en la iglesia?
Sin duda habrá mujeres sacerdotes y pienso que el papel de la mujer en la iglesia es fundamental, imprescindible. Sin la mujer no habría Iglesia. ¿Por qué? Porque si miras a la Iglesia, ésta es femenina. La parroquia la llevan mayoritariamente mujeres, siempre presentes, no se pierden ninguna misa, son las que más sacramentos reciben, las que llevan a cabo gran parte de nuestros proyectos, la mayoría de nuestros profesores, educadores, monitores, animadores, etc. Y ellas “tiran del carro”, muchas veces sin un cargo, pero son la base y sin ellas la Iglesia no funcionaría.