«La visita del Papa a la República Centroafricana ha sido un milagro»

4 julio 2016

El padre salesiano Josep M. Sabé escribe de manera habitual en Catalunya Cristiana, en concreto en la sección «Mirada al mundo». Gracias a la ventana que nos abre, observamos a través de sus ojos la realidad de la Iglesia africana con sus alegrías y penas, fortalezas y debilidades. Josep M. Sabé es el responsable de los Proyectos de Desarrollo de la Provincia salesiana de África Tropical y Ecuatorial, que abarca seis países: Chad, la República Centroafricana, Camerún, el Congo, Guinea Ecuatorial y Gabón.
 
Nacido en 1962 en Barcelona, desde 2000 es misionero en África. Hemos conversado con él aprovechando una reciente visita a Barcelona. Las Misiones Salesianas en la República Centroafricana han vivido los momentos dramáticos de la reciente guerra civil.
 
¿Qué ha significado para el país la visita del papa Francisco en la apertura del Año de la Misericordia? 
La visita del papa Francisco ha sido heroica. Viajó en contra de lo que recomendaba la prudencia y sin que le fuese garantizada la seguridad. En un contexto de guerra donde la religión era un tema muy caliente, con muchas armas descontroladas, era muy fácil que alguien hiciera un disparate. En Bangui aún pueden comprarse hoy en día tres granadas por un euro. El Papa desobedeció a todo el mundo y viajó. Así, su intervención en África ha sido considerada un milagro, en el sentido de que el país ha dado un paso adelante hacia la paz, la convivencia, el perdón y la reconciliación. Sus gestos han tocado el corazón y despertado el compromiso por la paz y la reconciliación de los centroafricanos de todas religiones.
 
¿Cómo han valorado las comunidades musulmanas este gesto del papa Francisco? 
Francisco visitó un barrio musulmán para rezar con ellos. A continuación, acompañado del imán de la gran mezquita de Bangui, se dirigió a la catedral y nuevamente rezaron juntos. Algunos musulmanes recibieron al Santo Padre llorando de emoción y, al día siguiente, ya podían mezclarse con los cristianos. Estos gestos han trascendido por todo el mundo musulmán. En un falso contexto de guerra civil como el que se vivía en la República Centroafricana, el papa Francisco visitó a los musulmanes que estaban en situación de inferioridad y eran asesinados. Su mensaje fue que todos somos hermanos y que debemos trabajar juntos para construir el país. Habló de reconciliación y perdón. Los países musulmanes han visto en él a un hombre religioso y de paz, un testimonio creíble. Tras la visita del Papa, ha habido un proceso democrático que se ha vivido con mucha paz y sin incidentes. De hecho, el presidente de la República Centroafricana, tras haber sido escogido, fue al Vaticano para agradecer personalmente al Papa la visita.
 
¿Cuál ha sido la actitud de la Iglesia católica en el contexto de la guerra civil?  
La Iglesia católica ha mantenido en todo momento un gran equilibrio. Casi todos los agentes pastorales y los obispos han mantenido una actitud firme en favor de la paz y la justicia. Las parroquias se abrían a todos. De hecho, en los lugares donde los musulmanes sufrían violencia, las parroquias eran lugares de refugio y protección. El arzobispo de Bangui acogió en su residencia al gran imán durante los momentos de más persecución contra los musulmanes. El arzobispo rescataba a personas secuestradas para evitar nuevas escaladas de violencia. Se ofrecía a los secuestradores como moneda de cambio. A través de la radio, de las homilías, en todas las actividades e intervenciones, la Iglesia católica ha trabajado por la reconciliación.
 
Actualmente las escuelas católicas son las que dan respuesta a la necesidad de educación, ya que el Estado aún no ha podido rehacer sus estructuras. Lo mismo podemos decir de los dispensarios de la Iglesia, que se mantuvieron abiertos durante todo el conflicto acogiendo a todo el mundo con independencia de su origen y su religión. Los salesianos acogimos a familias musulmanas que tenían miedo de ir a sus casas. Fueron escenas de fraternidad universal que dieron mucho crédito a la Iglesia católica. Por eso,  durante la transición, la Iglesia ha sido muy bien valorada.
 
Espacios de Paz
 
¿Qué servicio ofrecéis las Misiones Salesianas a través de los Espacios de Paz en la República Centroafricana? 
Los salesianos han estado presentes en todo el contexto de la guerra civil. La gente nos pidió que nos quedáramos. Nuestras comunidades se convirtieron como otros espacios eclesiales en lugares de refugio, supuestamente,  protegidos por la mano de Dios. Efectivamente, no hubo disparos ni agresiones en estos campamentos improvisados donde acogimos hasta 65.000 personas.
 
Actualmente desarrollamos junto con Unicef un proyecto para introducir en la vida social a chicos que quieren dejar las armas. El objetivo es dar formación profesional de rápida integración en el mundo laboral a jóvenes que han tenido armas en la mano, que han sido utilizados como carne de cañón. Las milicias de un bando y de otro, durante la guerra civil, cogían a los jóvenes, les obligaban a participar en la guerra y los ponían en primera línea de fuego.
 
Les ha tocado realizar actos nunca vistos en Centroáfrica. Ha habido actos de canibalismo como muestra de odio máximo. No solamente mato al otro sino que me lo como y le demuestro así todo ni desprecio. Gestos de este tipo en Centroáfrica eran impensables. La gente está harta y quiere que el país siga otra dirección. 
 
¿Qué ingredientes son necesarios para que los jóvenes marcados por la guerra sean portadores de reconciliación? 
A veces se tiene que reconstruir a la persona. Cuando se han vivido experiencias muy deshumanizadoras, es normal que la persona manifieste actitudes de agresión, violencia, frustración, pesimismo, cierre. Para los salesianos, la educación es la experiencia de acompañar a la persona desde el punto donde se encuentra para que crezca en calidad humana, para que sea capaz de relacionarse con los demás, reflexionar y descubrir la alegría de vivir.
 
La educación significa crecer como personas en todas las dimensiones y por eso son necesarias experiencias que permitan descubrir que existe otra manera de vivir. En nuestro proyecto de Bangui es fundamental el deporte, jugar, reír, estar juntos, comer juntos… es muy importante vivir experiencias satisfactorias de estar con el otro. En este proceso se puede creer que Dios nos ama. Gracias a estos proyectos de acompañamiento los jóvenes sienten que pueden hacer algo por la sociedad, ganarse el pan, vivir en paz y dejar las armas. Descubren que pueden vivir de otra manera y que es mejor. Es necesario que la sociedad sea capaz de ofrecer a los jóvenes estos procesos de acompañamiento y crecimiento.
 
Diálogo con el islam
 
La guerra de la República Centroafricana la desencadenó un intento de golpe de Estado de tipo islamista.
 
Actualmente, ¿el islamismo es el principal obstáculo en el diálogo entre cristianos y musulmanes? 
Con el islamismo radical no hay posibilidad de diálogo ni de entenderse. Cuando la convivencia no es posible, hay que buscar la manera legal de hacer respetar el espacio ciudadano plural. El problema es también de orden internacional. Habría que eliminar su financiación, desacreditarlo y atacar la miseria, que es una causa remota del problema. Son gente que están anunciando la muerte incluso de musulmanes que no son radicales como ellos.
La mayoría de musulmanes no aceptan y tienen miedo de este radicalismo. Con el islam moderado se pueden encontrar espacios de convivencia y compartir retos sociales. Es fácil con el islamismo moderado dialogar, reflexionar y convivir. En el África negra no existe ningún problema de convivencia. Hay sacerdotes católicos que tienen uno de los padres musulmanes.
 
Por lo tanto, si somos capaces de establecer relaciones con los musulmanes moderados, podemos hacer que en el mundo haya plataformas de diálogo, de tolerancia y de respeto. Ahora bien, pienso que las políticas de los países occidentales también tienen algo que ver, porque las grandes corrientes islamistas radicales están financiadas por países productores de petróleo con los cuales se mantienen alianzas y relaciones diplomáticas.
 
¿Cómo ve desde África la situación de tantas personas que huyen de sus países? 
España y Europa quieren que países vecinos como Marruecos y Turquía hagan de tapón de los refugiados. Europa intenta crearse un cinturón de países que ejerza de contención del problema. La causa de la crisis de los inmigrantes y refugiados es la imposibilidad de estar bien en su país. Y no está muy claro que eso se quiera resolver. Es como si los grandes grupos que dominan la economía mundial no tuvieran ningún interés en que los países pobres salgan adelante. Ya va bien que sean pobres porque así es más fácil quitarles los  recursos. Si conviene, ya nos armaremos más, haremos leyes más duras, sistemas de protección más seguros. La comunidad internacional dice que la pobreza en todo el mundo se está reduciendo, pero yo lo que veo sobre el terreno es más precariedad. Incluso en los países ricos cada vez hay más cuarto mundo.
 
Desarrollo de África
 
¿Por qué vemos siempre África como un continente condenado a la miseria? 
África quiere ser autosuficiente y desarrollarse. África podría ser un jardín impresionante porque tiene agua, sol, tierra y gente. Existen muchos programas de agricultura y países, como Camerún, que son capaces de exportar alimentos a sus vecinos. Lo mismo podemos decir de sus recursos minerales. Las potencialidades de África son enormes, pero aún hay algunos elementos que hacen muy difícil el desarrollo.
 
¿Cuáles son?  
En primer lugar, muchos países africanos tienen un gobierno que se preocupa sobre todo por su grupo étnico o familiar y se hace fuerte para quedarse en el poder. Este es uno de los grandes retos: instaurar sistemas democráticos donde los recursos sean para todos y donde se busque el bien común. Y este es un reto de los pueblos africanos. El segundo elemento es el contexto internacional.
 
Cuando desde fuera los más fuertes controlan los mercados y las relaciones internacionales, es difícil hacer cambios. Así, cuando un gobierno quiere  cambiar las relaciones con el exterior para el bien del propio país, rápidamente se desestabiliza la situación y se termina poniendo a otro dirigente sin ideas sociales ni democráticas. Es como el pez que se muerde la cola.
 
Desde su experiencia en África, ¿por dónde pasa la solución de este callejón sin salida? 
Por un lado, África debe acusarse a sí misma honestamente. Por otro, no podemos olvidar que hay organismos internacionales que no miran por el bien de estos países, sino que solo buscan rentabilizar las inversiones, explotar los recursos y, en definitiva, aprovecharse de África. En el ámbito internacional
asistimos a una guerra por el control de los recursos. Todo vale para apropiarse de ellos y evitar que caigan en manos de países rivales. En definitiva, muchos de los conflictos violentos tienen su causa en intereses que vienen de fuera.
 
La educación es la esperanza
 
Ante el reto del desarrollo de África, ¿cuál es la contribución de la educación y, en concreto, de la formación técnica y profesional? 
Los salesianos tenemos en África 92 escuelas profesionales y más de 150 escuelas donde se forman más de 30.000 alumnos. Esta inversión de recursos de todo tipo demuestra claramente que los salesianos creemos en la formación profesional y la educación por el futuro de los jóvenes y el desarrollo de estos países. Tiene que ser una escuela que ayude a los alumnos a reflexionar, a tener criterio y que los forme en valores.
 
De este modo, el día de mañana habrá funcionarios y profesionales que sabrán hacer funcionar el país y que, además, lo harán con sentido social y de servicio. Si la escuela proporciona estos contenidos competenciales, en el día de mañana este país tendrá posibilidades de desarrollarse.
 
¿La educación es la esperanza para África? 
Ciertas convicciones son cada vez más evidentes en el contexto cultural africano. Las dictaduras africanas tienen más problemas para permanecer
en el poder. Cada vez hay más gente que sale a la calle y pide otra manera de gestionar el país. Educar a los jóvenes y hacer circular en los medios estas alternativas de gobierno hará insostenibles las dictaduras y los gobiernos tribales.
 
¿Qué significa hoy ser misionero? 
Incluso en países musulmanes donde no tienes derecho a llevar la cruz en el pecho ni a hablar de tus convicciones profundas, la labor del misionero es sembrar humanismo y humanidad. Si un día la indiferencia y el individualismo ganan el corazón de la gente, el mundo será muy inhumano. Por ejemplo, corremos el peligro de una gran indiferencia ante tantos sufrimientos.
 
La Iglesia repartida por todo el mundo está sembrando humanismo. En espacios donde no tienes derecho a hablar de Dios, sí que tienes derecho a servir al otro, a sonreír, a estar al lado de los pobres, a proporcionar acceso a la cultura y la sanidad, a preocuparte por los niños de la calle. Haciendo esto construyes el Reino de Dios. Quizá no tienes derecho a hablar de Dios, pero ciertamente estás creando una dinámica en la que también los musulmanes pueden participar.
 
En los centros juveniles del Chad tenemos animadores que son musulmanes pero que quieren trabajar con nosotros para el desarrollo de la región. La dimensión de sembrar solidaridades es fundamental en la vocación misionera. Aquí está la base para trabajar con las demás religiones: compartiendo los problemas del hombre y haciéndolos nuestros. Cuando nuestra preocupación es por el hermano es fácil trabajar con la sociedad civil, sea cual sea la religión. Esta es una primera convicción.
 
Los misioneros, en este sentido, pueden parecer más bien una ONG u  organismo humanitario.
 
Los misioneros iluminan la presencia de alguien en la historia que va más allá de lo que nosotros vemos. Es la presencia de Jesús Resucitado a través de la presencia servidora de la Iglesia. Cuando realmente la Iglesia tiene esta actitud de servicio, es creíble en su mensaje y en lo que anuncia.

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