Mi nombramiento como cardenal

29 septiembre 2023

Queridos amigos del carisma salesiano, mi saludo sincero, fraterno y afectuoso.

Me fue “sugerido” por el Boletín Salesiano el preparar este saludo, no como otras ocasiones, tratando algo significativo de mis vivencias, sino hablar de mí, de esta nueva realidad que me espera. He experimentado algo de lo que había estudiado a propósito de Don Bosco. Para él era difícil hablar sobre sí y aún más difícil expresar los propios sentimientos. En mi caso, debo admitir que me es un poco difícil hablar o escribir de los últimos acontecimientos que me han sucedido; pero admito que tarde o temprano debo hacerlo, y el mensaje del Boletín Salesiano que llega a las manos y corazones de tantos amigos del carisma de Don Bosco, es un buen modo para enviar este mensaje personal.

Sorpresa y preguntas

Después de la noticia inesperada –sobre todo para mí–, con la cual el papa Francisco anunció mi nombre entre las 21 personas que ha elegido para ser “creadas” cardenales de la Iglesia en el próximo consistorio del 30 de septiembre, miles de personas se preguntaron, sobre todo entre salesianos y Familia Salesiana del mundo: ¿Y ahora qué ocurrirá? ¿Quién acompañará la vida de la Congregación en el futuro próximo? ¿Qué pasos se darán? Podéis entender bien que son las mismas preguntas que también yo me hice, mientras agradecía con fe al Señor por este regalo que el Santo Padre nos ha hecho como Congregación salesiana y como Familia de Don Bosco.

Con una lectura de fe, sabiendo de las grandes cosas que Dios ha hecho y lo que conocemos a través de su Palabra, se podría decir que a Dios le gustan las sorpresas. En la Biblia, Dios dice: “¡Parte! El camino se revelará”. Una cosa importante hemos aprendido de Don Bosco: que nada nos turbe y confiemos en la Providencia de Dios.

He podido hablar personalmente con el Papa, después del anuncio durante el Ángelus asegurándole mi disponibilidad para que cuente conmigo para cualquier servicio. He respondido como Don Bosco cuando le fue pedido construir el templo del Sagrado Corazón en Roma. En su caso, Don Bosco anciano y enfermo, que sentía sobre sí también el peso y responsabilidad de una Congregación naciente, respondió: “Si esta es la orden del Papa, ¡yo obedezco!”.

Con sencillez he dicho al Santo Padre que los Salesianos aprendimos de Don Bosco a estar siempre disponibles para el bien de la Iglesia y, en particular, para cualquier cosa que el Papa pudiera requerir. Por lo tanto, mientras agradezco a Dios por este don, expreso mi gratitud a Francisco asegurándole una oración fervorosa e intensa.

¿Qué pasará ahora?

Debo compartiros que estoy impresionado ante la sensibilidad de nuestro Papa al darse cuenta de que mi servicio como Rector Mayor no debía cambiar inmediatamente de un día a otro. Por este motivo, pasada media hora del anuncio del nombramiento el domingo 9 de julio, el Santo Padre me envió una carta en la que me hablaba del tiempo necesario para prepararme al Capítulo General de nuestra Congregación antes de asumir lo que él considere confiarme. Como siempre el Santo Padre se mostró atento, cordial y profundo admirador del carisma de Don Bosco. Sentimientos que, a nombre mío personal y de la Familia Salesiana, correspondí.

El Papa ha considerado que, por el bien de nuestra Congregación, después del consistorio del 30 de septiembre de 2023, yo pueda continuar mi servicio como Rector Mayor hasta el 31 de julio de 2024. Después presentaré mi renuncia como Rector Mayor, como piden nuestras Constituciones y Reglamentos, para asumir de manos del Santo Padre el servicio que me confiará.

Esto es lo que el Papa mismo me comunicó. Podremos anticipar el 29° Capítulo General un año, es decir en febrero de 2025. Mi Vicario, don Stefano Martoglio, asumirá el gobierno de la Congregación ad interim, como está establecido en nuestras Constituciones hasta la celebración del CG29. Pero, ¿qué tarea me confiará el Santo Padre? Francisco no me lo ha dicho aún. Además, con este amplio margen de tiempo, me parece que es lo más oportuno. En todo caso, os pido que sigáis intensificando la oración. Sobre todo por el papa Francisco. Él mismo lo pidió expresamente al término de la audiencia privada que me concedió.

Pido, finalmente, que también oréis por mí, puesto de frente ante la prospectiva de un nuevo servicio en la Iglesia que, como hijo de Don Bosco, acepto con filial obediencia, sin haberlo buscado porque creo que, en la Iglesia, los servicios que realizamos no pueden y no deben ser nunca buscados o pretendidos como si se tratara de hacer carrera personal. Lo que es propio del “mundo” para nosotros es impropio como servidores en el nombre de Jesús. Y nosotros debemos diferir –espero que mucho– de algunos estándares del mundo. Os agradezco por el afecto, la cercanía manifestada en estas semanas con los numerosos mensajes que me llegaron de todas partes del mundo.

Siento como si se dirigieran a mí las mismas expresiones que Nuestra Señora dijo a Don Bosco en el sueño de los nueve años, del cual el año próximo se celebrará el segundo centenario: “A su tiempo lo entenderás todo”. Y sabemos que, para nuestro Padre, eso sucedió al final de la vida, ante el altar de María Auxiliadora en la Basílica del Sagrado Corazón de Jesús, que había sido consagrada el día anterior, el 16 de mayo de 1887. Desde la Basílica de María Auxiliadora os envío un saludo confiando a todos y cada uno a Ella, la Madre, la cual seguirá acompañándonos y sosteniéndonos.

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