Dos momentos marcaron la 154ª Expedición Misionera de Salesianos e Hijas de María Auxiliadora
Por un lado, en la tarde del 23 de septiembre, el Rector Mayor, don Ángel Fernández Artime, se reunió con los misioneros de los Salesianos de Don Bosco y de las Hijas de María Auxiliadora de la 154ª Expedición Misionera. El Rector Mayor invitó a los misioneros a recordar que el suyo es un don de Dios que necesita ser alimentado. Como misioneros deben ser, ante todo, testigos del Evangelio. Siguió un momento de diálogo en el que el X Sucesor de Don Bosco respondió a las preguntas y reflexiones de los misioneros.
Por otro, al día siguiente, a las 12:30 horas, en la Basílica de María Auxiliadora de Turín, el Rector Mayor presidió la celebración eucarística durante la cual entregó la Cruz Misionera a los veinticuatro salesianos que partían en misión. Sor Chiara Cazzuola, Madre General de las Hijas de María Auxiliadora (FMA), hizo lo mismo y entregó la Cruz Misionera a las trece salesianas presentes, para ellas en la 146ª Expedición Misionera.
«A su llamada misionera del 18 de diciembre de 2022, cuarenta y tres hermanos respondieron presentando su disponibilidad misionera. Después de un camino de discernimiento, en el que participaron los candidatos, sus inspectores y directores, veinticuatro hermanos fueron aceptados para formar parte de la 154ª expedición misionera», dijo don Alfred Maravilla, Consejero General para las Misiones, en su presentación de los candidatos.
«Hoy estamos haciendo lo que hizo Don Bosco el 11 de noviembre de 1875. La vocación misionera es una llamada especial para algunos dentro de nuestra común vocación salesiana. Gracias a esta llamada especial sentimos la vitalidad de nuestra congregación», destacó el Rector Mayor en su homilía.
En esta edición de la Expedición Misionera, como ya se viene produciendo y viéndose en anteriores ediciones, no sólo los misioneros y misioneras parten a países de continentes que han sido y son de misión, sino también al contrario. La llamada misionera parte de los continentes africano y asiático a América o a Europa, donde se necesita también de la evangelización de los pueblos de Dios. Misioneros salesianos de Vietnam o Angola parten, en esta 154ª Expedición Misionera, a países como Brasil, Gran Bretaña, Rumanía o Portugal, por ejemplo.
Un largo proceso
Los misioneros salesianos estuvieron más de un mes preparándose para este momento, con paradas en Roma, Turín y otras sedes salesianas del Piamonte. Cada uno de ellos, además, viene de un camino de discernimiento, maduración y refinamiento de su vocación que ha durado muchos años, y del que el envío representa sólo la culminación.
«El envío misionero es un momento de alegría para toda la Congregación, tanto para las Inspectorías que acogen a los misioneros, como para las que generosamente los han formado y enviado. Y agradezco a las Inspectorías y a los padres que han enviado a sus hermanos e hijos a participar: la presencia de los misioneros es un signo de esperanza y de fidelidad a la Congregación como la quería Don Bosco«, comentó Maravilla, que con sus colaboradores en el Sector, Reginaldo Cordeiro, Pavel Ženíšek y el joven laico Marco Fulgaro, acompañaron y guiaron a los misioneros en el Curso de Orientación dedicado a ellos.
«He sentido una gran satisfacción al asistir al curso y al realizarlo en particular aquí, en los lugares salesianos», comentó uno de los misioneros, «nuestra convivencia como hermanos en una única familia de diferentes países ya nos ayudó a vivir el futuro para nuestros destinos, con la imagen de un cuadro multicolor, desde el diálogo juntos hablando en diferentes idiomas, hasta la variedad de culturas y costumbres, gracias a las veladas comunitarias que hemos realizado, las peregrinaciones a Roma».
«Fue un gran enriquecimiento para nosotros no solo prepararnos individualmente, sino confrontarnos y conocernos: nos dio ánimo y energía para partir con valentía. Esta experiencia nos da a cada uno una carga especial del alma: hemos compartido nuestras experiencias agradables o desagradables, la fuerza del Espíritu Santo ha llenado nuestros corazones de un rayo de sol lleno de amor y ha transformado nuestras dificultades en la esperanza de poder continuar lo que Cristo nos ha invitado a vivir en la llamada misionera para cumplir su proyecto», se hizo eco otro misionero, días previos al Envío.