Creemos que estás en medio de nosotros, Padre, y en nuestro interior;
creemos que el Espíritu de tu Hijo nos impulsa.
Te pedimos que no dejamos de estar abiertos al Espíritu,
y que sepamos escuchar sus insinuaciones.
Que venga sobre nosotros tu Espíritu
que nos ayude a conocer más a tu Hijo
a través de la Palabra que ahora escucharemos.
1. LEE…
¿Qué dice el texto?
Atiende a todos los detalles posibles. Imagina la escena. Destaca todos los elementos que llaman la atención o te son muy significativos. Disfruta de la lectura atenta. Toma nota de todo lo que adviertas. Para la comprensión del texto te pueden servir los comentarios que te ofrecemos a continuación.
Texto (Mc 16,15-20)
En aquel tiempo, se apareció Jesús a las once y les dijo: «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y sea bautizado se salvará; el que no crea será condenado. A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos». Después de hablarle, el Señor Jesús fue llevado al cielo y se sentó a la derecha de Dios. Ellos se fueron a predicar por todas partes, y el Señor cooperaba confirmando la palabra con las señales que los acompañaban.
Comentarios:
Tres son las apariciones que se refieren en este párrafo [anterior]: a María Magdalena, a los dos de Emaús y a los once. La situación previa de los discípulos es de abatimiento. La actitud posterior es la de una incredulidad obstinada. De las lágrimas fáciles pasan, pues, a la dureza de corazón. No puede hablarse, ciertamente, de progreso. Incapaces de seguir a Jesús hasta el Calvario, se refugian en el llanto. Incapaces de respetar su cita con el resucitado, se cierran en la incredulidad. En un caso y en otro se niegan a moverse. Es el antiseguimiento. Parece como si el rechazo de la cruz llevara también al rechazo de los compromisos derivados de la resurrección. Sólo el reproche de Cristo y la misión que les encomienda les hará salir de su letargo. Esta misión es la de proclamar el evangelio a toda criatura, un evangelio que obliga a tomar postura, que se convierte ineludiblemente en juicio de salvación o de condenación y que ya desde ahora manifiesta su eficacia en quien lo acoge con fe. La exaltación del resucitado indica su entronización junto a Dios como Señor y la consecuencia inmediata para los suyos es el lanzamiento a la misión recibida. En esta misión nada tienen que temer. Cuentan con la asistencia, eternamente presente, de Cristo resucitado. Él no puede fallar. Su eterno presente asegura que la proclamación del evangelio no se interrumpirá a pesar de las continuas interrupciones y defecciones de los hombres.
2. MEDITA…
¿Qué me dice Dios a través del texto? Atiende a tu interior. A las mociones (movimientos) y emociones que sientes. ¿Algún aspecto te parece dirigido por Dios a tu persona, a tu situación, a alguna de tus dimensiones?
Sugerencias:
“El que quiera ser grande tiene que hacerse pequeño, el último…”.
“Ya lo decía Jesús hablando del Reino: «no está aquí o allá… ya está entre vosotros»”
– “Venga a nosotros tu Reino”
– “Tu palabra es vida”
3. CONTEMPLA Y REZA…
¿Qué le dices a Dios gracias a este texto? ¿Qué te mueve a decirle? ¿Peticiones, alabanza, acción de gracias, perdón, ayuda, entusiasmo, compromiso? Habla con Dios…
Sugerencias:
“Id y haced discípulos míos…”
Señor nos mandas a hacer discípulos tuyos y
no sabemos cómo hacerlo.
Gracias, Señor, por tu confianza.
Ayúdanos para poder ser buenos discípulos misioneros.
4. ACTÚA…
¿A qué te compromete el texto? ¿Qué ha movido la oración en tu interior? ¿Qué enseñanza encuentras? ¿Cómo hacer efectiva esa enseñanza?
5. COMPARTE…
Si la Lectio se hace en grupo, podéis compartir con sencillez lo que cada uno ha descubierto, para enriquecimiento del grupo.
6. DA GRACIAS…
Puedes acabar este momento con una oración: expresa a Dios lo que has vivido, dale gracias por lo que te ha manifestado, y pide al Espíritu que te haga pasar de la Palabra a la vida.
Gracias, Padre, por lo que me has revelado con esta Palabra.
Ayúdame a progresar en el conocimiento de tu Hijo, Jesús,
y hazme dócil a la acción del Espíritu en mi vida
Fuente Oración: Evangelio al día 2024 Ed. CCS