Creemos que estás en medio de nosotros, Padre, y en nuestro interior;
creemos que el Espíritu de tu Hijo nos impulsa.
Te pedimos que no dejamos de estar abiertos al Espíritu,
y que sepamos escuchar sus insinuaciones.
Que venga sobre nosotros tu Espíritu
que nos ayude a conocer más a tu Hijo
a través de la Palabra que ahora escucharemos.
1. LEE…
¿Qué dice el texto?
Atiende a todos los detalles posibles. Imagina la escena. Destaca todos los elementos que llaman la atención o te son muy significativos. Disfruta de la lectura atenta. Toma nota de todo lo que adviertas. Para la comprensión del texto te pueden servir los comentarios que te ofrecemos a continuación.
Texto (Mc 1,7-11)
En aquel tiempo, el pueblo estaba expectante, y todos se preguntaban en su interior sobre Juan si no sería el Mesías, Juan les respondió dirigiéndose a todos: «Yo os bautizo con agua; pero viene el que es más fuerte que yo, a quien no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego». Y sucedió que, cuando todo el pueblo era bautizado, también Jesús fue bautizado; y, mientras oraba, se abrieron los cielos, bajó el Espíritu Santo sobre él con apariencia corporal semejante a una paloma y vino una voz del cielo: «Tú eres mi Hijo, el amado; en ti me complazco».
Comentarios:
El anuncio de Juan recibe su confirmación y su complemento necesario en el episodio del bautismo de Jesús, cuya narración evoca importantes pasajes del Antiguo Testamento (véase (Gn 22, 2); (Ex 2, 11);( Is 11, 2; 42 1; 63 11.19); (Ez 1, 1; Sal 2, 7). Rasgándose los cielos, es decir, derribándose el muro de separación entre Dios y el hombre pecador, el Espíritu desciende sobre él. Queda así acreditado como Mesías. Pero hay más. Rompiéndose el muro de la enemistad se rompe a la vez el silencio entre Dios y el hombre. Dios toma la palabra y hace resonar su voz entre los hombres para indicar una presencia: su Hijo, Jesús, el Mesías esperado, es también el Hijo amado de Dios. El hecho de que esta revelación tenga lugar en el momento del bautismo, es decir, en el momento en que Jesús se hace solidario con la humanidad pecadora, significa que esta humanidad cuenta desde entonces, a través del Hijo, con la presencia salvadora de Dios.
2. MEDITA…
¿Qué me dice Dios a través del texto? Atiende a tu interior. A las mociones (movimientos) y emociones que sientes. ¿Algún aspecto te parece dirigido por Dios a tu persona, a tu situación, a alguna de tus dimensiones?
Sugerencias:
– Entremos en el profundo silencio de nuestra naturaleza y escuchemos el grito del Espíritu…
– Bajemos a las aguas purificadoras para ser ungidos por el Espíritu de Dios
• Señor, queremos compartir el amor que nos
muestras. Concédenos valor para que nosotros
también se lo mostremos a los demás, especialmente,
a aquellos que más lo necesitan
3. CONTEMPLA Y REZA…
¿Qué le dices a Dios gracias a este texto? ¿Qué te mueve a decirle? ¿Peticiones, alabanza, acción de gracias, perdón, ayuda, entusiasmo, compromiso? Habla con Dios…
Sugerencias:
• Prepara tu llegada, Señor, es vivir en ti y
para ti. Ayúdame a encontrarte.
4. ACTÚA…
¿A qué te compromete el texto? ¿Qué ha movido la oración en tu interior? ¿Qué enseñanza encuentras? ¿Cómo hacer efectiva esa enseñanza?
5. COMPARTE…
Si la Lectio se hace en grupo, podéis compartir con sencillez lo que cada uno ha descubierto, para enriquecimiento del grupo.
6. DA GRACIAS…
Puedes acabar este momento con una oración: expresa a Dios lo que has vivido, dale gracias por lo que te ha manifestado, y pide al Espíritu que te haga pasar de la Palabra a la vida.
Te damos gracias, Padre, por este momento de oración,
por todo lo que nos has hecho llegar con tu Palabra.
Que todo lo que hemos recibido no quede inerte dentro de nosotros,
sino que crezca para poder ser transmitido a los demás.
Fuente (comentarios y sugerencias): http://www.siervas-seglares.org