En el contexto de este Año del Jubileo de la Misericordia, caben destacar los días 8 y 9 de febrero. Habiéndonos elegido el Papa Francisco a 1075 "misioneros de la Misericordia", nos convocó a Roma para darnos el mandato y envío oficial para cumplir nuestra misión con fidelidad y coherencia. Pudimos asistir 800 venidos de todo el mundo.
En el primer día, los misioneros dedicamos la mañana a la oración. Nos asignaron unas cuantas iglesias cercanas al Vaticano, donde pudimos recibir el sacramento de la Penitencia y dedicar tiempo a la oración.
En la tarde, el Papa nos recibe en audiencia. Nos concentramos cerca del Castel Sant´ Angelo e iniciamos el acceso a San Pedro a través de la Puerta Santa. Seguidamente, accedemos por parte de los jardines vaticanos al aula Regia, donde el Papa nos recibe. Nos manifiesta su placer en darnos el mandato de ser misioneros de la misericordia. "Es un signo de especial importancia porque caracteriza el Jubileo y permite que todas las Iglesias locales vivan el misterio insondable de la misericordia del Padre… Es una responsabilidad que se os confía porque requiere de vosotros que seáis, en primera persona, testigos de la cercanía de Dios y de su forma de amar".
Después, nos ofrece unas breves reflexiones que están en línea de reformular una pedagogía de la confesión. Nada de rigideces, no "bastonear" a curiosidades o preguntas, no juzgar con un sentimiento de superioridad, como si nosotros fuésemos inmunes al pecado. Hay muchos lenguajes en la vida: el lenguaje de la palabra, pero también el lenguaje de los gestos, en el que se acerca al confesionario y en el mismo confesor, que intuye de temores y vergüenza y esponja el ánimo y abre a la serenidad y la apertura.
Seguidamente, el Sr. Arzobispo Monseñor Fisichella nos acompaña al amplio vestíbulo de la sala Pablo VI. Allí somos invitados a una cena de catering. Es una oportunidad para la relación fraternal.
Al día siguiente, concelebramos la Eucaristía de la Imposición de la ceniza, presidida por el Papa. Se percibe un clima del fervor, de receptividad a su mensaje sentido y lleno de paz, invitándonos a "dejarnos reconciliar por el Señor". Al final de la Eucaristía, con una oración especial, el Papa nos da el mandato y nos envía como misioneros de la Misericordia.
¿Qué es un misionero de la penitencia?
Soy sacerdote que he de hacer presente, de una manera más viva, una realidad que está en la Iglesia: la misericordia.
Se concreta en tres tareas: la primera, predicar sobre la misericordia. La segunda, disponibilidad para lo que se me pida en el ámbito de la evangelización. La tercera, que es la más fundamental, el sacramento de la reconciliación, con la facultad de perdonar los pecados reservados a la Santa Sede.
La bula ´El rostro de la misericordia´ define al misionero
"Vivo de cómo el padre acoge a cuantos están en busca de su perdón". La tarea de perdonar los pecados como signo de solicitud materna de la Iglesia es aplicable a cualquier sacerdote, en cualquier confesionario del mundo, que viva su ministerio con normalidad. No es algo diferente a lo que vengo haciendo, cuando cualquier persona se pone delante de mi confesionario para pedir el perdón de Dios. Pero, durante este año, me siento obligado a subrayar ese signo de misericordia de Dios que es la Iglesia en medio de nuestra sociedad.
Significado de este nombramiento para mi vida
Esta elección me extrañó, me sorprendió mucho. Después me causó mucha alegría. Hoy, lo tomo como un reto y un gran deseo de poner al servicio de esta tarea eclesial, tan bella y responsable, los dones que, desde mi pobreza espiritual y personal, pueda tener.
Pido al Señor la capacidad de poder ayudar a muchas personas, especialmente a los que se sienten más débiles y rotos interiormente y a los alejados, a aquellos a quienes Dios regala mimosamente su misericordia, convencido de que el oficio de Dios es acoger y perdonar.
Mis anhelos y deseos…
Que todos sepamos intensificar la vivencia de la misericordia, nos acerquemos a una mejor formación sobre la misericordia, celebremos bien el sacramento de la Penitencia y, por encima de todo, proyectemos a nuestro entorno, a todo ámbito familiar, la riqueza de la misericordia.
Deseo ardientemente hacer de “nuestras familias” hogar de misericordia, escuela de perdón, paz, respeto y comprensión. Que el misterio profundo de la gracia de Dios se derrame en misericordia para todos los que la necesitan.
Perfil personal… ¡Qué difícil!
Mi presencia salesiana se ha desarrollado durante 15 años en casas formación. Estudié en la UPS (entonces PAS), Ciencias de la Educación y Catequética. He desempeñado a lo largo de 21 años el cargo de Párroco en Valladolid, A Coruña y Castrelo-Cambados.
Llevo 6 años en Santiago. El Padre Provincial, ante solicitud de parte de la Diócesis de colaboración en el ministerio de la Confesión en la catedral, me pidió dedicar la mañana a esta tarea. Dedico tres, cuatro o más horas cada día. Hay nueve meses intensos de dedicación en esta tarea con peregrinos del Camino de Santiago.