El 8 diciembre 2016 fue una fecha memorable para la Familia Salesiana, porque hace exactamente 175 años, el 8 de diciembre de 1841 se dio inicio al compromiso de Don Bosco en favor de los jóvenes necesitados.
Don Bosco, escribiendo sus "Memorias", refirió su encuentro amistoso con un joven huérfano en la iglesia de San Francisco de Asís, en Turín. Una iglesia que tiene muchos vínculos con Don Bosco. Es en ese lugar donde Don Bosco celebró su primera misa. En ese lugar vivía el P. Giuseppe Cafasso en una habitación cercana a la sacristía; y al lado había un pequeño patio que fue utilizado por el primer grupo de muchachos educados por Don Bosco.
Aquel muchacho de nombre Bartolomé Garelli, que emigró a la ciudad desde Asti, caminaba cerca de la sacristía de la iglesia, mientras Don Bosco estaba a punto de celebrar la misa. Si no hubiera estado Don Bosco, el sacristán lo habría alejado de la iglesia a bastonazos. Contrariamente Don Bosco, después de haber oficiado la misa, comenzó a hablar de una manera amable, le ofreció una lección de catecismo y concluyó con una oración mariana.
La importancia de este primer encuentro, está en el hecho de que luego vinieron muchos otros jóvenes necesitados de Don Bosco; luego sus salesianos, que tuvieron un lugar en los oratorios, en los centros de formación, en las escuelas y las parroquias, primero en Italia, luego en Europa y luego en todo el mundo.
Cada gesto en favor de los jóvenes necesitados por parte de los Salesianos se coloca bajo la protección de María, de Aquella que “lo ha hecho todo”.
El 08 de diciembre el P. Ángel Fernández Artime, Rector Mayor, durante la homilía de la Misa en la Solemnidad de la Inmaculada Concepción expresó: “¡qué regalo tan hermoso nos ha hecho Don Bosco, recordando el inicio del Oratorio en el día de la Inmaculada! Solamente este evento es una profecía”.
"Hay tantos Bartolomé Garelli en todos los rincones del mundo – ha continuado -. Tal vez no en la sacristía; pero sin duda en las esquinas, en las calles, en las cárceles de menores, en los barrios de las periferias geográficas o sociales, en la oscuridad que lleva la separación de los padres, en los escombros de la guerra o en la abundancia de la basura … También nosotros estamos invitados a responder con confianza, aunque con cierto temor: ‘Aquí estamos, Señor, he aquí tus siervos, los hijos de Don Bosco, que se haga según tu palabra’”.