Jesús decía cosas tan importantes y hablaba al corazón de tal modo que, muchos, se reunían junto a él para escucharle. Sus palabras eran nuevas, y su modo de hablar era tan original que resultaba convencer a muchos de los que le escuchaban. Decía, por ejemplo: Seréis felices si no hacéis del dinero lo más importante para vivir. Desead mucho (eso es tener hambre y sed) la justicia y la paz. Que vuestro corazón sea tan sensible como para llorar con los que sufren. No tengáis miedo a quienes os puedan amenazar por ser amigos míos.
Padre bueno, Yo sé que estás aquí, dentro de mí.
Que me conoces y me amas.
Tú sabes que te quiero y deseo ser siempre tu amigo.
Conoces mis pensamientos, mis sentimientos y deseos.
Te doy gracias porque me conoces y me amas.
Yo también quiero conocerte bien, sentirte a mi lado,
para amarte y hacerte conocer y amar.
Gracias Jesús por estar aquí.
Vamos a jugar

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